Según un estudio de la universidad de Stanford. Existen diferentes motivos:
1. Al ver nuestra propia cara reflejada, nos autoevaluamos constantemente. Es como trabajar con un espejo enfrente durante 8h. Esto genera un estrés adicional a nuestro cerebro porque es algo antinatural.
2. Perdemos gran parte de la comunicación no verbal, que representa más de dos tercios del mensaje. En una reunión presencial, con más distancia, obtenemos información adicional del resto del cuerpo.
3. Además, al intervenir, lo hacemos a un volumen un 15% más elevado, exagerando esa comunicación no verbal para suplir la falta de cercanía física.
4. Estamos demasiado cerca (unos 40 cm). Cuando la cara de otra persona está tan próxima en la vida real, el cerebro lo interpreta como una situación intensa (apareamiento o conflicto).
5. Vemos en dos dimensiones y no en tres, sumado a la sensación de estar atrapado físicamente debido al reducido campo de visión de la cámara, aumenta la fatiga.
6. El cerebro siempre trata de interpretar y dar sentido a lo que ve, aunque le falte información. En una videollamada, se gasta mucha energía ‘adivinando’ el resto del entorno de la otra persona: tamaño de la habitación, ubicación de la ventana, decoración, etc..
Para finalizar, te comparto algunos consejos que puedes poner en práctica.
- Evita la vídeo llamada si no es imprescindible
- Cambia la configuración para no verte a ti mismo.
- Haz descansos de 5-10 min entre reuniones.
- Muestra y pide que te muestren el lugar donde estás ubicado/a
- Levántate y camina por la habitación
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